Barcelona, 3 de octubre. En el marco de “Escenes singulars” organizado por el Festival Grec asistimos a The Frame del grupo Eléctrico 28, un espectáculo inspirado en las observaciones de calle hechas por Georges Perec que propone plantarse ante el transcurrir de la vida urbana y observarla. De entrada, en tiempos de pandemia nos pareció que la organización era la correcta y después de recibir ciertos materiales necesarios para la función quedamos cómodamente sentados en unos bancos apostados en medio de la calle Blasco de Garay de cara a la Plaça del Sortidor en Poble-Sec. Dichos elementos ya nos sugerían una manera distinta de enfrentarnos (y vivir) a la escena: un tapaojos y unos auriculares aislantes de ruido; nunca imaginamos que, acto seguido, nuestros sentidos se iban a agudizar por mil. Ciertas instrucciones se dejaban oír en los auriculares acompañadas de efectos sonoros. Estábamos listos: ya podíamos retirarnos la venda de los ojos.
A continuación, la vida misma se inauguró ante nosotros, los espectadores, comenzamos a mirar la plaza como si fuera la primera vez. Situados en el momento presente durante 60 minutos, el elenco de Eléctrico 28, de la forma más creativa, enfocó nuestra atención en diferentes acciones cotidianas, objetos, objetivos, pensamientos, palabras. La obra se dividía en especies de episodios de naturaleza casi completamente imprevisible en los que el contraste de acciones y reacciones del contexto hacía las veces cambio de escena, los peatones al ser abordados de diferentes formas, mediante palabras escritas en carteles, movimientos, actores intentando dialogar con ellos, un micrófono, un gesto, una persecusión. De pronto, un fenómeno inexplicable sucedió, aproximadamente 50 palomas iban y venían de los árboles de la plaza hasta el otro lado de la calle pasando por encima de nuestras cabezas una y otra vez. Por un momento pensamos que era parte de la obra, y sí, lo fue, aunque no estuviera preparado. En ese momento comprendimos que el espectáculo iba justamente de ello (y muchas cosas más que comenzamos a sentir al terminar). El sentimiento de que la obra “pende de un hilo” (nos comentó Daniela Poch, parte del elenco) sentimos que añadía cada vez más interés, tensión, si vamos a los hechos concretos (por ejemplo, cuando un peatón reaccionaba mal), al performance que también es la vida, fomentando la atención de nuestra mirada de espectador y experimentador a la vez. La verdad no solo dependía de los actores, sino de todos nosotros, los narratarios.
The Frame formó parte de “Escenes Singulars”, una serie de eventos escénicos creados específicamente para la ocasión y para los espacios, diversos y poco usuales, del barrio del Poble-Sec, donde la singularidad es el elemento vertebrador. Tal como el texto descriptivo del evento explica, se trata de: “otra manera de ver (o de vivir) el teatro”.